
Es eso, nada más.
No debemos bajo ninguna circunstancia interna ni externa, darnos por vencidos. En mi esquema de trabajo siempre ha habido y habrá, lugar para los ganadores. Y ninguna ni ninguno de nosotros, miembros del equipo, tenemos algo que nos hace excepcionales, únicos, invencibles, natos triunfadores… nada más se trata de descubrir este talento, si no lo hemos hecho ya, y de cultivarlo, de darle forma, de dejarlo crecer y florecer.
Por otro lado, nuestro compromiso individual se debe basar precisamente en nunca dar lugar a la mediocridad. De ella, amigas y amigos míos, debemos huir desesperadamente.
Obdulio Varela, indomable capitán de la selección uruguaya campeona del mundo en 1950, al momento de salir a la cancha en esa final contra Brasil, -imaginen: Estadio Maracaná, 135,000 espectadores gritando a todo pulmón, prácticamente se hacían campeones del mundo ya- fue preguntado por la prensa extranjera si con sólo llegar a esta final ya habían cumplido su objetivo. Varela contestó con mirada fría pero a la vez segura y solvente: “Cumplidos solamente si salimos Campeones”.Y ese compromiso, esa actitud, ese entusiasmo, esa perfecta sinergia, esa disciplina y esa honradez individual y colectiva fue lo que permitió a Uruguay remontar el partido que incluso empezaron perdiendo en los primeros minutos. Al pitazo final Obdulio Varela, con esa misma mirada fría pero con el corazón rebosante de satisfacción por el deber cumplido levantó las manos y se supo CAMPEÓN DEL MUNDO. Es ese sentimiento el que hoy quiero invitarles a que vivamos juntos.
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