Con el ferviente deseo de que todas nuestras metas grupales, profesionales, individuales y familiares lleguen a buen puerto a lo largo de todos estos días por venir, inicio con un abrazo este 2009 que desde ya camina. Desde luego, y nunca está demás decirlo, cuento con todas y todos los miembros del equipo hoy día. Se viene un año donde no será sin el compromiso, la correcta actitud, el entusiasmo, la buena sinergia, la disciplina y la honradez, que como empresa, como equipo y como individuos podremos salir avante. 2009 no será un año fácil. Desde ya será un periplo estigmatizado por el boom de la crisis financiera mundial acentuada sin discusión por el clima de pesimismo, el olor a crisis y la expresión derrotista que emana incesablemente de los medios de comunicación. La derrota, mis amigas y amigos, ha sido para mí INCONCEBIBLE desde que tengo uso de razón. Lejos de adoptar ese verso que a diario escuchamos y que seguramente representará para los mediocres la excusa perfecta, yo los llamo hoy día a no pensar en otra cosa que no sea TRIUNFAR. Pase lo que pase. Entre tantas frases que suelo robarme, y que seguramente me han escuchado muchas veces decir, está una de Ernesto Guevara de la Cerna, que fuera de todo contexto ideológico, expresa perfectamente lo que les quiero transmitir: “Hasta la Victoria Siempre!”.
Es eso, nada más.
No debemos bajo ninguna circunstancia interna ni externa, darnos por vencidos. En mi esquema de trabajo siempre ha habido y habrá, lugar para los ganadores. Y ninguna ni ninguno de nosotros, miembros del equipo, tenemos algo que nos hace excepcionales, únicos, invencibles, natos triunfadores… nada más se trata de descubrir este talento, si no lo hemos hecho ya, y de cultivarlo, de darle forma, de dejarlo crecer y florecer.
Por otro lado, nuestro compromiso individual se debe basar precisamente en nunca dar lugar a la mediocridad. De ella, amigas y amigos míos, debemos huir desesperadamente.
Obdulio Varela, indomable capitán de la selección uruguaya campeona del mundo en 1950, al momento de salir a la cancha en esa final contra Brasil, -imaginen: Estadio Maracaná, 135,000 espectadores gritando a todo pulmón, prácticamente se hacían campeones del mundo ya- fue preguntado por la prensa extranjera si con sólo llegar a esta final ya habían cumplido su objetivo. Varela contestó con mirada fría pero a la vez segura y solvente: “Cumplidos solamente si salimos Campeones”.Y ese compromiso, esa actitud, ese entusiasmo, esa perfecta sinergia, esa disciplina y esa honradez individual y colectiva fue lo que permitió a Uruguay remontar el partido que incluso empezaron perdiendo en los primeros minutos. Al pitazo final Obdulio Varela, con esa misma mirada fría pero con el corazón rebosante de satisfacción por el deber cumplido levantó las manos y se supo CAMPEÓN DEL MUNDO. Es ese sentimiento el que hoy quiero invitarles a que vivamos juntos.
jueves, 29 de enero de 2009
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